La evolución de los útiles escolares…
No importa cuántos años hayan pasado desde que terminamos la escuela, todos traemos a la memoria «aquel primer día de clases». El material escolar ha evolucionado enormemente. Atrás quedó la época en la que cada alumno debía llevar su propio pizarrín e incluso las ascuas (Se refiere a un trozo de carbón o material incandescente que arde sin llama) para calentarse.
Hubo que esperar hasta la Revolución Industrial para que el profesor James Pillans inventara el pizarrón verde y hasta los años 60 del siglo XX para que el fotógrafo Martin Heit diseñara la pizarra blanca.
A finales del siglo XIX, Henry Merriam diseñó y patentó una mochila con marco de madera y bolsa de lona. Aunque mejoró el transporte, el diseño era incómodo y causaba dolores de espalda y hombros. La primera mochila moderna fue inventada por Dick Kelty en los años 50, y cuando los dolores de espalda se convirtieron en un problema para los estudiantes, nació la mochila con ruedas. Hoy en día, este invento ha evolucionado hasta incluir diseños antirrobo y cargadores portátiles USB.
Sin embargo, también hay productos que apenas han cambiado su diseño. Tal es el caso de la caja de lápices Alpino, que mantiene el color verde, las montañas y el cervatillo desde que los hermanos Masats fundaron la empresa en 1933. El lápiz Noris de Staedtler, negro y amarillo, es para muchos un clásico del estuche, con un diseño que data de 1901.
Antes de que en el siglo XVIII se inventaran las gomas de borrar, se usaba miga de pan húmeda. Por esta razón, las gomas que se deshacen al entrar en fricción con el papel aún se conocen como de miga de pan.
En la actualidad, aumenta la venta de material electrónico. Los libros se han cambiado por descargas, los cuadernos por archivos, y las pesadas mochilas han pasado a «pesar» en el bolsillo de los padres.

Nostalgia: Los útiles de escuela que ya no se usan o no se consiguen más
Las fibras… La tiza… Las etiquetas… El punzón… también los ojalillos están en camino de desaparecer, pues las hojas modernas vienen con un refuerzo plastificado que impide su rotura.
El tintero de porcelana y la lapicera de pluma pasaron a la historia, pero eran tan comunes como hoy lo es una birome. El vaso plegable casi nunca faltaba en el portafolios para usarlo en los recreos y, rara vez, en clase. (Aunque hubo varios que los volvieron a usar hace poco tiempo)
El Simulcop: Solo lo recordarán los más grandes. El término que mejor lo define para las nuevas generaciones es “plantilla de dibujo”. Era un cuaderno inventado a fines de los años 50 con una serie de mapas e ilustraciones en papel manteca. Estos se apoyaban sobre las hojas y, con una simple fricción, el dibujo se reproducía de manera instantánea para luego ser coloreado. El método evitaba el calco manual, pero era costoso, por lo que no estaba al alcance de todos y, tras el primer uso, solía heredarse, perdiendo calidad con cada copia.
El Portafolios: Estos maletines de cuero tenían varios compartimientos y estuches frontales con hebillas. Fueron el compañero ideal de la primaria hasta que la comodidad de la mochila los hizo desaparecer. Aunque parezca un cambio menor, el portafolios era más pesado y, al no tener correa de hombro, obligaba a llevarlo de la manija, ocupando una mano. ¡Irónico que esa mano libre hoy pueda contener un teléfono celular!
Papel Secante: «¿Qué es eso?», contestarán la mayoría de los adolescentes. Este elemento desapareció de las escuelas con la popularidad de las biromes. Su función era crucial: la tinta fresca de las lapiceras manchaba, y el secante prevenía que el líquido se reprodujera en espejo al dar vuelta la hoja, además de evitar manchas en manos y guardapolvos. Muchos lo ataban con una cinta al lomo del cuaderno para tenerlo siempre a mano.
(Mito curioso): Relato insólito —que la ciencia aún debe resolver— sostenía que mojar el papel secante y ponerlo en los pies hacía subir la fiebre para poder faltar a la escuela.
Reloj Calculadora (Casio): Este particular reloj de pulsera, popularizado por la empresa Casio en los años ‘80, era un lujo y no un material exigido. Aunque las calculadoras de bolsillo (con pilas y luego solares) eran más baratas y efectivas, el reloj calculadora, que a veces incluía juegos electrónicos, era principalmente un elemento para presumir. Hoy, la tecnología del celular simplificó su necesidad por completo.
Lapiceras de Tinta (Pluma y Cartucho): Las más comunes en los 80 eran las 303, seguidas por las más costosas Scheaffer y Parker. Maestros y padres insistían en su uso para «no desvirtuar el trazo» y solían prohibir la birome. Requerían mantenimiento constante (cambiar la pluma y los cartuchos). Aunque no se extinguieron (aún se usan en trabajos de precisión), ya no son de uso masivo escolar. Los pupitres antiguos tenían incluso un agujero, generalmente a la derecha, para alojar el tintero.
Cartucheras con Combinación Numérica: En el rubro cartucheras, más que avances, parece haber modas (cajas de madera, sobres con cierre, canoplas con traba o imán). Las cartucheras con combinación numérica fueron un furor rectangular en la época, rígidas o acolchadas, y con diseños variados. Aunque la seguridad no era el objetivo primordial, sino la moda, el sistema solía ser deficiente: a las pocas semanas la cerradura estaba rota, volviéndose contraproducente, ya que impedía cerrar el compartimiento y facilitaba la pérdida de los materiales.
Sacapuntas Guillotina: Este fue el sacapuntas más simple y, probablemente, el más incómodo, por lo que su uso ha desaparecido. Era una herradura con una hoja filosa invertida en un extremo. Requería sumo cuidado, pues era un peligro de cortes. Un exceso de fuerza podía romper la mina o desgarrar la madera. Además, los cortes eran desparejos y las hojas de mala calidad perdían el filo o se desprendían rápido.
El Borratintas (Fibrón/Lápiz): Si bien hablas del papel secante, el borratintas (generalmente con dos puntas: una para borrar y otra para reescribir, si… hablamos de la goma que destruía la hoja) era el elemento esencial para corregir errores con las lapiceras de tinta o pluma. ¡Un clásico que manchaba si no se usaba bien!
La Balanza o La Báscula de Precisión (para la clase de Ciencias/Física): eran instrumentos comunes en los laboratorios escolares, muy distintos a los digitales de hoy.
Carpeta con Anillos: Menciona la popularidad de las carpetas de tres anillos (con sus separadores de cartón) como un sistema de organización anterior o simultáneo a las primeras mochilas.
Plumines y Palillero (Útiles más antiguos): Para ir más atrás del cartucho, puedes mencionar que el palillero (el mango de madera) y los plumines de metal intercambiables, junto con el tintero, son los antecesores directos de la lapicera de cartucho.

Otros elementos más… (en vías de extinción)
El Compás: Sigue siendo esencial en dibujo técnico para trazar círculos. Su diseño básico se remonta a la Antigüedad Clásica, con registros de uso en China de hace más de 2400 años a.C., conservando hasta hoy su funcionalidad principal.
El Transportador: Instrumento para medir ángulos en grados. Aunque sus bases vienen de la trigonometría antigua, la versión estandarizada para uso general fue formalizada mucho después, por ejemplo, el marino y diseñador Joseph Huddard presentó un modelo en 1801 d.C.
La Regla Graduada o regla de calculo: es un instrumento básico de medición y trazado, pero la invención clave del Sistema Métrico Decimal (que define la unidad del metro) se originó en Francia en 1791 d.C. La regla de medición moderna (la regla graduada), por su parte, tuvo su desarrollo formal gracias a matemáticos como el francés Pierre Vernier entre 1580 y 1637 d.C.
El Papel Cuadriculado: Aunque la invención del papel se atribuye a Ts’ai Lun en China en 105 d.C., la hoja con pequeños cuadros (cuadriculado) es una herramienta de organización y trazado específica, muy usada en geometría y matemáticas.
La Balanza Escolar: Utilizada en clases de física y química para medir masa. Su concepto es de los más antiguos: la evidencia de su uso en Egipto data de hace más de 3.800 años a.C. (Dinastía IV).
El Termómetro: Instrumento esencial para medir la temperatura en ciencias. Galileo Galilei es considerado el precursor de este invento en 1592 d.C. La escala centígrada, o Celsius, que usamos hoy, se nombró en honor a Anders Celsius en 1948.
El Cronómetro: Utilizado en laboratorios para medir fracciones de tiempo con precisión (ej. experimentos de caída libre). El relojero Louis Berthoud inventó un modelo clave en 1920, aunque el cronómetro como lo conocemos hoy se popularizó y mejoró significativamente en el siglo XX, siendo fundamental en las clases de Física.

En noviembre se celebra el Día Mundial de la Tabla de Multiplicar o World Multiplication Table Day (WMT Day). Es una campaña educativa dirigida a animar a las personas, especialmente a los niños y jóvenes en edad escolar a recordar las tablas de multiplicar. Se trata de una fecha variable que se celebra cada "tercer viernes" del mes de noviembre.
El Origen del Cálculo: Si bien nuestros antepasados crearon los números hace aproximadamente 32.000 años a.C., el orden y sistematización llegaron mucho después. Pitágoras de Samos formalizó la Tabla de Multiplicar (580-495 a.C.), esencial para la aritmética básica que aprendíamos de memoria.
El Ábaco fue el primer instrumento de cálculo, inventado en algún momento antes de 3.500 años a.C. La calculadora mecánica (antecesora de la electrónica) llegó mucho más tarde: el matemático y filósofo Blaise Pascal inventó la Pascalina en 1642 d.C., un dispositivo de cálculo aritmético que es un hito en la evolución del ábaco.
La Regla de Cálculo: Fue el principal instrumento de cálculo para ingenieros y estudiantes de ciencias antes de la calculadora electrónica. ¡Es un símbolo de la era pre-digital!
Este instrumento fue la calculadora de bolsillo de ingenieros y científicos hasta la década de 1970. Permite hacer cálculos complejos mediante la suma o resta de segmentos logarítmicos. Su invención, basada en los logaritmos de Napier, se atribuye al matemático William Oughtred alrededor de 1622 d.C. (la fecha de 70 d.C. es incorrecta).
La Computadora y el Excel:
El concepto moderno de la computadora se consolidó con máquinas como la diseñada por John Vincent Atanassoff en 1942 (el Atanasoff–Berry Computer). Esta evolución tecnológica trajo a las aulas programas como Microsoft Office Excel (inventado en 1985), que facilitan operaciones matemáticas y la organización de datos, reemplazando la necesidad de muchos instrumentos manuales.
Como decíamos antes, el teléfono celular es una herramienta que vino para quedarse (o no) en las aulas.
El Legado y el Futuro de los útiles escolares:
Hemos recorrido un largo camino: del tintero en el pupitre a la pantalla táctil; del pesado portafolios de cuero a la mochila con cargador USB; de la compleja regla de cálculo a la sencillez de una aplicación. La constante evolución no solo ha simplificado la vida del estudiante, sino que ha redefinido la experiencia de aprendizaje.
Hoy, la tecnología ha absorbido la funcionalidad de casi todos estos objetos: el celular es cronómetro, calculadora, y archivo de tareas. Esta eficiencia, sin embargo, a menudo se logra a cambio de la conexión táctil y la disciplina que exigían los útiles antiguos.
El click de un ratón (mouse de PC) nunca reemplazará el sonido satisfactorio del sacapuntas de manivela en la clase; la tinta de una impresora jamás tendrá el riesgo y el encanto de la lapicera de pluma; y ninguna descarga digital se heredará con el cariño con el que se pasaba el Simulcop al hermano menor.
Al final, la nostalgia no es solo por los objetos, sino por la época que representaban: un tiempo donde el aprendizaje era un proceso más manual, tangible y, quizás, más lento, pero profundamente arraigado en la memoria.
¿Cuál de estos «útiles fantasmas» te hace viajar directamente a tu infancia? ¿Recuerdas el olor de las gomas de miga de pan o el click-clack de una cartuchera con combinación?

El Poder de la Escritura a Mano
A pesar de la conveniencia digital, hay un elemento educativo cuya pérdida tiene consecuencias directas y científicas, más allá de la nostalgia: la escritura a mano.
La actividad de trazar letras y unir palabras con un lápiz o una pluma no es solo un ejercicio de motricidad fina; es un proceso que activa áreas cerebrales clave relacionadas con el lenguaje, la memoria y el pensamiento crítico. Al requerir una coordinación precisa entre el ojo y la mano, la escritura a mano:
- Fortalece la Memoria Activa: El cerebro procesa la información de manera más profunda cuando la codifica a través del acto físico de escribir, lo que mejora la retención de conceptos (efecto conocido como generación de memoria motora).
- Mejora la Comprensión Lectora: El reconocimiento de las letras y palabras se asienta mejor en la memoria al asociarlas con el patrón motor único de su escritura.
- Mantiene la Salud Cerebral: Los estudios sugieren que la pérdida gradual de estas actividades manuales contribuye a la menor reserva cognitiva, lo que potencialmente puede acelerar o agravar la aparición de enfermedades neurodegenerativas relacionadas con la memoria y la función cognitiva.
Por lo tanto, quizás lo último que deba desaparecer de las aulas no sea un útil, sino el acto que le da vida: la escritura manual.


