Manuel Belgrano, un pionero del periodismo argentino
Cada 7 de junio, el periodismo argentino rinde homenaje a Mariano Moreno, líder de la revolución ilustrada de mayo, fundador de la Biblioteca Pública y, ante todo, responsable de que cada 7 de junio muchos saluden y recuerden el rol social del periodista.
Es que fue el 7 de junio de 1810 cuando Moreno imprimió por primera vez la Gazeta de Buenos Aires, un periódico que se publicó intermitentemente durante once años y que era, al menos al principio, el órgano difusor de la gestión de la Primera Junta. Mariano Moreno, secretario del organismo, era quien redactaba a mano todas las gacetillas que luego se imprimían.
Pero, debemos decir que, Manuel Belgrano se convirtió en el primer cronista de viajeros, aunque sus experiencias escritas no fueran dadas a publicidad sino modestamente relegadas a los documentos del Real Consulado.
Sin embargo, en el afán de simplificar, todos ignoran que no fue la Gazeta de Buenos Aires el primer periódico nacional. Hubo otros tres periódicos anteriores y es importante mantenerlos en nuestras memorias.
La primera imprenta en el Cono Sur fue instalada por Jesuitas en la provincia de Misiones, y su rol fue clave en la evangelización, producción de conocimiento y resistencia cultural en el siglo XVIII.
Instalada en la «Reducción de Loreto», funcionó entre los años 1695 y 1727 en Loreto (hoy provincia de Misiones), en plena selva, junto al río Paraná y marcó un hito en la historia regional. “Fue la primera en el Cono Sur y en el área platense”, aseguró Marcelo León (comunicador social), ya que este equipamiento fue fabricado con materiales locales como madera y metales, en un contexto de recursos limitados. La imprenta de Loreto fue una verdadera rareza, ya que llegó mucho antes que la primera imprenta oficial en Buenos Aires en el año 1760 y en Córdoba en 1780, ambas importadas de Europa.
La que fue instalada en Córdoba, al ser expulsados los jesuitas, quedó abandonada, hasta que en el año 1780 el virrey Vértiz mandó traerla a Buenos Aires e instalarla en la «Casa de los Niños Expósitos», donde se imprimieron:
«El Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiógrafo del Río de la Plata» (llamado comúnmente «El Telégrafo»), primer periódico aparecido 1801. A este siguió el «Semanario de Agricultura, Industria y Comercio», de Hipólito Vieytes en 1802, y más tarde a principios de 1810 el «Correo de Comercio», fundado por Manuel Belgrano.
La imprenta de Loreto publicó en total unos 23 “incunables guaraníticos”, en tiradas que no superaban los 100 ejemplares. La primera obra que se imprimió en el Río de la Plata, salió de esos talleres en 1700 y se llamaba “Martirologio Romano».
* (Incunable: libro que se edita en la primera imprenta que existe en un lugar)
Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano
(Buenos Aires, 3 de junio de 1770 ~ 20 de junio de 1820)
Queremos conmemorar hoy el día del Periodista (también el natalicio de nuestro prócer, que fue esta semana) con un poco de historia sobre su gran pasión, las letras.
Belgrano periodista
La idea de libertad aparece por primera vez en Buenos Aires en 1794, en la obra de Belgrano, advertido de las nuevas doctrinas sociales y económicas, que habrían de difundirse entre las clases cultas e inspirar su acción. Cabe destacar que como antecedente a su actividad periodística ya en 1796, Manuel Belgrano obtuvo una licencia para imprimir en la casa de los Niños Expósitos un compendio cuyo texto traduce del francés, al cual titula: “Principio de la Ciencia Económica-Política”.
Luego con el “Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata” que sale a la calle con ocho páginas de 16×22 centímetros, el 1 de abril de 1801, fundado y dirigido por el militar, abogado y escritor Francisco Antonio Cabello y Mesa.
Primero aparece dos veces a la semana (miércoles y sábados) para luego transformarse en un semanario dominical (ejemplar de 16 páginas). El mismo surge con licencia oficial exclusiva y es sostenido por la suscripción de casi doscientos lectores, una cantidad muy importante para la época. Es importante recordar que el antecedente más antiguo del periodismo colonial en el Río de la Plata, se halla en lo que paradójicamente también se había llamado “Gaceta de Buenos Ayres”, la cual era manuscrita y circulaba entre los pobladores de la ciudad en el año 1764.
Desde 1803 hasta 1807, Belgrano se ocupó, entre otros temas, del muelle, la Escuela de Náutica, las invasiones inglesas y sus escritos económicos. En las memorias del Consulado de los años 1804 y 1805, se refieren a los viajes científicos por los ríos del virreinato, levantando sus planos topográficos, y la necesidad de aumentar nuestra población. En la memoria del año 1807 se refirió al comercio interior, aunque no se conoce su texto, lo mismo que las de los años 1808 y 1809, que se suponen dedicadas, la primera al plan estadístico del virreinato y la segunda a la apertura del comercio con los países neutrales.
A punto de cumplirse un año de su aparición comienzan ciertas rispideces entre Belgrano y Cabello y Mesa, por lo que el Consulado le retira su apoyo y el 17 de octubre de 1802 deja de publicarse. Se habían publicado 110 números y por orden del Virrey del Pino, es clausurado, a raíz de un artículo considerado agraviante para las autoridades de la colonia, que bajo el título de “Circunstancias en que se halla la provincia de Buenos Aires e Islas Malvinas, y modo de repararse”.
Este trabajo publicado el 8 de octubre de 1802, atribuido a Cabello y Mesa, en realidad había sido tomado de un manuscrito de Juan de la Piedra, escrito en marzo de 1778, pero fue la excusa para que el Virrey lo clausurara.
El “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio”, bajo la dirección de Juan Hipólito Vieytes, comerciante criollo, (el mismo de la «jabonería», uno de los dos lugares donde se juntaron los patriotas de la Revolución de Mayo a planificar sus acciones), comienza a salir un mes antes de la clausura del “Telégrafo Mercantil…”. Publica 218 números entre el 2 de setiembre de 1802 y el 11 de febrero de 1807. Esta publicación también cuenta con el auspicio del Real Consulado y se transforma en su vocero, difundiendo los beneficios de las teorías económicas vigentes en Europa, compartidas por Belgrano. En el Semanario, los artículos de Belgrano girarían en su mayoría en torno a la Educación.
El Semanario de Vieytes contó, al igual que El Telégrafo, con un fuerte apoyo inicial del Consulado, donde Belgrano -repito- ejercía el Secretariado. Y esto no es un dato menor. El creador de la Bandera entendía la importancia de la comunicación para la difusión de nuevas ideas. Semanas antes de la Revolución de Mayo, Belgrano y Vieytes comienzan a editar el «Correo de Comercio», que duró un año. En ese periódico escribe lo que pueden considerarse crónicas de viaje, producto de sus viajes diplomáticos por distintos territorios de nuestro país, analiza la problemática de la agricultura y la ganadería y denuncia a los usureros «que tragan sustancia del pobre y aniquilan al ciudadano» (textual de Belgrano).
Por si todo esto fuese poco para entender la importancia que el propio Belgrano le daba al periodismo, y la importancia que él tuvo en esta actividad, vale señalar que tras el 25 de Mayo de 1810, el Cabildo lo designa al frente de la Junta Protectora de la Libertad de Imprenta. Y en sus últimos años de vida, cuando ejercía su rol militar, edita durante más de un año el Diario Militar del Ejército Auxiliador del Perú.
A todo esto, entre octubre de 1809 y enero de 1810, por encomendación del virrey Cisneros aparece la edición de la “Gaceta de Gobierno de Buenos Aires”, destinada a difundir textualmente los documentos oficiales. Una medida del nuevo Virrey con la intención de ganarse el apoyo de los criollos. Sus primeros redactores fueron Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
Manuel Belgrano se convirtió en el primer cronista de viajeros, en lo que podríamos llamar una de estas crónicas, que lo presentan como el primer periodista de la época colonial, el Secretario del Consulado registra la visita del cacique Juan Rosales Yanpilangien, hijo del cacique Juan Caniulangien, quien venía procedente de la banda occidental de la Cordillera de los Andes. El cacique fue invitado al Consulado, lo cual se verificó el 6 de octubre de 1804, siendo los anfitriones el mismo Belgrano, el prior Francisco de Ugarte y el segundo cónsul Juan de Alsillal.
Belgrano lo sometió a un interrogatorio, donde saca información sobre sus acompañantes, determinadas rutas que había recorrido el viajero y el grado de lealtad a la Corona. También pudo enterarse de hechos curiosos y valiosos para el conocimiento toponímico de la Colonia, y advertirse del estado de las relaciones entre españoles e indígenas.
Preguntado sobre los pasos que tenía la Cordillera de los Andes, el cacique respondió que eran las de Valle Hermoso, Alico, Antuco, Villucura, Santa Bárbara, Lonquimay, Llaima y Chague, «por donde pasó para venir de su tierra».
El cacique le señala que Valle Grande era una zona «donde siempre hay gentes y todo lo necesario para la vida, de carnes, aguas, leñas, frutales y árboles muy grandes». Tambié le informó a los cónsules la existencia de una región llamada Guada, muy abundante en calabazas silvestres, y de una laguna salina cuyo nombre desconocía. Más hacia acá, un lugar denominado Fresco parecía constituir un verdadero oasis, por disponer de leña y agua todo el año en esteritos, lo que permitía la presencia de numerosos aborigenes.
Después de Nahuelcó, de salobres aguas, el cacique Yanpilangien reveló que «siempre al Norte llegamos a una cuesta que se llama Curamalá, que en lengua (indígena) quiere decir Corral de Piedra, que dicen los indios vienen desde la mar, y vimos indios Pampas en un toldo o dos que tenían más de 2.000 animales; de allí llegamos a otros toldos que se llaman Guayquelen, que quiere decir Río Salobre, donde hay otra toldería; de allí cortamos al Sur y llegamos a una laguna, cuyo nombre no me acuerdo, de buena agua».
El fin del viaje era ya cercano, pues en compañía de un guía indio, los viajeros enfilaron directamente hacia el sur, galoparon durante media jornada, arribaron a Inbaranga y por último, tras tres días de camino, a la Guardia del Monte.
En los finales de la entrevista, el cacique dejó bien en claro que él había aconsejado a los indios una relación estrecha y cordial con los españoles, «y al fin se fue contentísimo dando señas nada equívocas de su afecto a la nación».
Belgrano se refiere así al hecho en su Autobiografía:
“Anheló éste (Cisneros) a que se publicase un periódico en Buenos Aires, y era tanta su ansia que hasta quiso que se publicase el prospecto de un periódico que había salido a luz en Sevilla quitándole sólo el nombre y poniéndole el de Buenos Aires. (…) y tuvimos este medio ya de reunirnos los amigos sin temor, habiéndole hecho entender a Cisneros que si teníamos alguna junta en mi casa sería para tratar los asuntos concernientes al periódico; nos dispensó toda protección e hice el prospecto del “Diario de Comercio” que se publicaba en 1810 antes de nuestra revolución: en él salieron mis papeles que no eran otra cosa que una acusación contra el gobierno español; pero todo pasaba y así creíamos ir abriendo los ojos a nuestros paisanos: tanto fue que salió uno de mis papeles titulado: “Origen de la grandeza y decadencia de los Imperios”, en las vísperas de nuestra revolución, que así contentó a los de nuestro partido como a Cisneros, y cada uno aplicaba el ascua a su sardina, pues todo se atribuía a la unión y desunión de los pueblos”.
En el “Correo de Comercio” que se editó el 3 de mayo de 1810 al 6 de abril de 1811 bajo la dirección de Belgrano, éste reunió muchas de sus ideas económicas e instruyó a la generación de Mayo en las ramas de la agricultura, la industria y el comercio.
El “Correo” era un semanario de 8 páginas de 14 por 20 centímetros, del que se editaron 52 números en él Belgrano volvió a volcar muchas de sus ideas, ya expuestas en sus “Memorias” del Consulado. Surgen en sus páginas el continuo estímulo a la colonización y la promoción de la agricultura, la ganadería, el comercio, y la industria. También expone descripciones geográficas, labores rurales, y temas literarios.
En su periódico, el Correo de Comercio, interpelaba a los hombres de Mayo para reflexionar sobre la importancia de la educación de las mujeres quienes, sostenía, debían formar parte de la organización nacional. Fue, de la misma manera, un gran defensor de los derechos de los pueblos originarios.
De esta manera, «El Correo de Comercio» va a ser un importante medio de difusión de las ideas de Belgrano respecto a temas económicos, políticos, y en particular a cuestiones referidas a la producción agrícola, a cómo debían fomentarse la industria y el comercio, y también muy puntualmente a la importancia de la educación en todo eso, además de otros temas. Es realmente muy interesante el conocimiento de todo lo que plasmó en esos artículos.
El periodismo, para Belgrano, estaba íntimamente ligado a la política y a la lucha independentista (como su vida).
Una frase del romano Cornelio Tácito era su horizonte: «Tiempos de rara felicidad son aquellos en los cuales se puede sentir lo que se desea y es lícito decirlo».