Lunes de Letras: Palabras olvidadas del español
El 15 de junio se celebró en la Argentina el “Día del libro”, esta conmemoración comenzó a celebrarse en 1908. El Consejo Nacional de Mujeres entregó ese día los premios de su concurso literario e instaló la fecha como festejo anual. En 1924, aquel Consejo logró que el presidente Marcelo T. de Alvear firmara un decreto que declaró el día como “Fiesta del Libro”. Luego, en 1941, a instancias de una resolución del Ministerio de Educación, se cambió la denominación por “Día del Libro”, la cual se mantiene hasta hoy.
En Argentina como en el mundo, la efeméride es una excusa para promocionar la lectura y valorar ese objeto maravilloso que desborda cultura. Es por ello, que en nuestro Blog buscamos fomentar el interés por el lenguaje.
La RAE, con la actualización periódica de su diccionario, ha eliminado hasta la fecha 2.793 palabras que dejaron de usarse en los últimos 100 años. Cada término retirado es un vestigio de una era, una costumbre o un concepto que alguna vez fue relevante para los hablantes del español.
El español es un idioma extremadamente amplio y diverso, pero a lo largo del tiempo, algunas palabras han caído en desuso y desaparecieron de nuestro vocabulario cotidiano. En este post, exploraremos algunas de las más curiosas y pintorescas palabras que quedaron en el olvido.
Términos obsoletos que enmarcaron una época
Aborrecedero: algo que causa rechazo o aversión.
Acocharse: Acto de acurrucarse, agazaparse o buscar refugio.
Adéfago: persona que come en exceso.
Adieso: Indica algo que ocurre al instante o de manera inmediata.
Ahogaviejas: planta de tallo delgado.
Albéitar: Antiguo término en desuso para referirse a los veterinarios.
Almazuela: un tipo de colcha o manta hecha de retazos de tela.
Argos: Una persona guardiana y muy vigilante.
Babieca: Persona floja y boba
Bajotraer: sinónimo de abatimiento o humillación.
Barbar: Quien se deja barba. En apicultura, también la cría de las abejas.
Calbote: Castaña asada.
Camasquince: se dice de una persona entrometida.
Chicuelo: diminutivo de chico.
Chirinola: Es sinónimo de pelea o discusión, y en América latina también el lloriqueo caprichoso de un niño.
Cocodriz: Hasta 1914, que fue retirada, era el nombre para la hembra de cocodrilo.
Demoranza: demora, tardanza, dilación.
Desarrebozadamente: sin rebozo, clara y abiertamente.
Descular: Desfondar. Desentrañar.
Durindaina: Justicia estricta o severa, aplicada en ciertos contextos.
Embeleco: Significa engaño, o una persona o cosa insignificante y molesta.
Enclarar: aclarar.
Ergullir: cobrar orgullo, envanecerse, infundir soberbia.
Fabulizar: inventar cosas fabulosas.
Fierabrás: Persona mala y perversa.
Fúcar: Procedente de banqueros alemanes, nombra a alguien millonario y latifundista.
Gallinoso: alguien tímido, pusilánime, cobarde.
Ganapán: Hombre rudo y tosco.
Guzpatarero: Un ladrón especializado en horadar paredes para cometer robos.
Hopo: Copete o mechón de pelo. (Yo creo que aún se escucha a veces)
Introito: Lo primero que decía el sacerdote en el altar al dar principio a la misa.
Jacarear: Andar por las calles cantando y alborotando.
Jipiar: Hipar, gemir, gimotear. Cantar con voz semejante a un gemido.
Katiuska: Bota de material impermeable, de caña alta, para proteger del agua. Nombre ruso.
Liróforo: Poeta.
Malandrín: Maligno, perverso, bellaco.
Manaza: femenino aumentativo de mano.
Minguado: adjetivo antiguo de menguado, cobarde.
Neoplasma: tejido celular anormal de nueva formación.
Nocherniego: Que anda de noche.
Ñiquiñaque: Persona o cosa muy despreciable.
Ochentañal: se dice de la persona de ochenta años.
Ófrico: Un ambiente o un lugar húmedo, oscuro y lóbrego.
Orate: Persona que ha perdido el juicio.
Palacra: Pepita de oro.
Paparote: Papanatas, persona simple.
Pilluelo: Diminutivo de pillo, persona pícara y hábil para engañar a los demás.
Propíleo: En arquitectura, una entrada monumental con columnas a un edificio o recinto cerrado.
Quincalla: Un conjunto de joyas, baratijas o utensilios de metal de escaso valor.
Quitameriendas: Planta de la familia de las Liliáceas.
Quizabes: denota posibilidad, quizá.
Recórcholis: Caramba.
Sancirole: Bobalicón, papanatas.
Sesquipedálico: algo muy largo y ampuloso. Dicho especialmente de un verso o de un discurso o modo de expresión.
Sinistro: Que se encuentra a mano izquierda.
Siringa: Es un instrumento de viento, parecido a la flauta, pero con nueve u ocho agujeros.
Sistro: Instrumento musical antiguo de percusión, con forma de aro o de herradura, que contiene platillos metálicos insertados en unas varillas, y que se hace sonar agitándolo. Era muy usado con las diosas Hathor, Isis, Bat y Bastet.
Tenguerengue: Sin estabilidad.
Uncir: Atar o sujetar al yugo bueyes, mulas u otras bestias.
Vildad: Actuar con vileza, cualidad de vil.
Vivalavirgen: Persona despreocupada e informal.
Yeyé: Tipo de música juvenil que se puso de moda en la década de 1960.
Zamborrotudo: Tosco, grueso y mal formado.
Zonzo: Una persona tonta o sosa. Este término tuvo mucho uso desde el siglo XVII hasta el XIX.
Zozobrante: Que está en peligro de naufragar o hundirse.
Es el desuso y la irrelevancia de estas palabras en la actualidad el principal motivo por el que estos términos han perdido su entrada en el diccionario. Cada palabra que se desvanece en el olvido es una pieza del rompecabezas que conforma la identidad del idioma español. Aunque muchos de estos términos ya no ocupan un lugar en la edición actual del diccionario oficial, siguen siendo testimonios de la evolución de nuestra lengua y de la sociedad que la habla. Al rescatar y recordar estas palabras, no solo ampliamos nuestro vocabulario, sino que también honramos nuestra historia y cultura.
No significa que deban ser olvidadas; por el contrario, cada término es un reflejo de la cultura, la tecnología y la sociedad en diferentes momentos históricos. El conocimiento de estas palabras nos ayuda a comprender la evolución del lenguaje a lo largo del tiempo. Además, nos permite entender cómo ciertos objetos, conceptos o prácticas han cambiado o desaparecido con el tiempo y, cómo han sido reemplazados con nuevas formas de comunicación o tecnologías más avanzadas. Por lo tanto, aunque estas palabras sean eliminadas de los diccionarios por falta de uso, su significado y relevancia histórica pueden perdurar en la memoria colectiva.