El origen de la Marcha «San Lorenzo»
Esta marcha honra el combate de San Lorenzo, en el que se enfrentaron las tropas del entonces coronel de granaderos José de San Martín y tropas realistas.
La marcha San Lorenzo relata lo que sucedió el 3 de febrero de 1813 en cercanías Convento de San Carlos, a unos treinta kilómetros de la ciudad santafesina de Rosario. Comienza con la salida del sol y culmina con la muerte del granadero Juan Bautista Cabral, al que llama soldado heroico. Se conoce a la ciudad de Venado Tuerto, situada en el sur de Santa Fe, como la cuna de la Marcha San Lorenzo. Allí se encuentra la casa donde fue compuesta, hoy transformada en museo histórico.
Se ejecutó por primera vez en público, con motivo de la inauguración del monumento al General San Martín.
El maestro Silva pensó primero en ponerle por título «San Martín», como homenaje al Gran Capitán, pero luego la denominó «San Lorenzo», con lo cual rendía culto a la memoria de nuestro Libertador, a la vez que recordaba la cuna del soldado a quien la dedicó, el general Pablo Ricchieri, entonces Ministro de Guerra, que era nacido en la localidad homónima.
El 28 de octubre de 1901, oportunidad en que se inauguró en Rosario el monumento al General San Martín, se ejecutó por primera vez en público en forma oficial en las cercanías del Convento de San Carlos, donde se libró el Combate de San Lorenzo. Años después, en 1908, el profesor Carlos Javier Benielli le puso letra, componiendo las estrofas -que cuadran perfectamente en la música- en homenaje al épico combate, habiendo alcanzado la marcha rápidamente consideración popular.
* El nombre correcto de la marcha es «San Lorenzo», sin el «de» en el medio.
«Marcha San Lorenzo»
(ir a la sección «Cancionero» haciendo clic en el link de la imagen)

El autor de la marcha San Lorenzo al que la policía negó sepultura por ser negro:
«Cayetano Alberto Silva» nació en San Carlos, Maldonado (Uruguay), el 7 de agosto de 1868 y falleció en Rosario, Santa Fe (Argentina), el 12 de enero de 1920. Fue un músico uruguayo con ascendencia africana y nacionalizado argentino, autor entre otras de la conocida marcha de San Lorenzo.
Era hijo de Natalia Silva, quien había sido esclava de la familia que le dio el apellido. Desde chico le gustaba la música por lo que inició sus estudios con el maestro Francisco Rinaldi en la Banda Popular de San Carlos. En 1879 ingresó a la Escuela de Artes y Oficios de Montevideo donde se incorporó a la Banda de Música dirigida por Gerardo Grasso, quien le enseñó solfeo corno y violín. En 1888 pidió la baja y comenzó a deambular por los centros sociales de agitación obrera, teatros y conservatorios de música de Montevideo. Al año siguiente emigra a Buenos Aires donde incursiona en el Teatro Colón y asiste a la Escuela de Música dirigida por Pablo Berutti. Se traslada luego a la ciudad de Rosario donde el 1 de febrero de 1894 fue nombrado maestro de la Banda del Regimiento 7 de Infantería.
En Rosario se casa con Filomena Santanelli, con quien tuvo ocho hijos. Cuentan sus descendientes que, a raíz de la ajetreada vida del maestro, su mujer tuvo que criar a los niños prácticamente sola.
En el año 1898, al ser contratado por la Sociedad Italiana de Venado Tuerto, provincia de Santa Fe se traslada con su familia a dicha ciudad donde funda un centro lírico, enseña música y crea la Rondalla con la que actúa en el Carnaval de 1900. También escribe la música de las obras teatrales “Canillita” y “Cédulas de San Juan” de su compatriota y amigo Florencio Sánchez. Más tarde estas obras serían estrenadas en Rosario con mucho éxito. Estas obras son estrenadas en Rosario con mucho éxito. El 8 de julio de 1901, en su casa de Venado Tuerto, compone una marcha que dedica al Coronel Pablo Riccheri, que pasaría a la historia como el creador del servicio militar obligatorio, Ministro de Guerra de la Nación en ese entonces y modernizador del Ejército Argentino; tuvo en sus manos la partitura de una marcha militar cuyo título era su propio apellido, se sorprendió. “No le ponga mi nombre”, respondió Ricchieri, posiblemente por una cuestión de recato y pudor. Por ese mismo tiempo junto a su colega, el ministro del Interior Joaquín V. González, habían sustraído el 4 de septiembre de 1902 dientes de Manuel Belgrano en la ceremonia de exhumación de los restos del prócer, con la excusa de mostrárselos al anciano general Bartolomé Mitre.
“Póngale el lugar donde nací”, pidió. “¿Y dónde nació?”, preguntó el músico. “En San Lorenzo”.
La Marcha “San Lorenzo» fue estrenada oficialmente y sin letra en 1902 en las cercanías del histórico Convento de San Carlos donde se gestó la batalla. Ese día la marcha fue designada Marcha oficial del Ejército Argentino. El 27 de abril de 1907, su amigo Carlos Javier Benielli, le agregaría la letra que luego sería adaptada para las escuelas.
Entre el conjunto de marchas creadas por Cayetano Silva se destacan, entre otras, la marcha de “Curupaity”, inspirada en la guerra del Paraguay, la marcha de “San Genaro” -localidad próxima a Rosario-, “Río Negro”, “22 de Julio” y “Tuyutí”.
Lamentablemente, por apremios económicos había vendido por 50 pesos sus derechos sobre la Marcha de San Lorenzo. Empleado policial, para hacer frente a la difícil situación económica que pasaba, esperaba ser aceptado en la banda de música de la ciudad de Rosario, mientras tramitaba su reincorporación al Ejército. Falleció por serios problemas de salud el 12 de enero de 1920 en Rosario en un contexto de pobreza. Por lo tanto, no tuvo una sepultura con honores. La policía se la negó en el Panteón Policial por ser afrodescendiente y fue sepultado sin nombre.

Como hecho anecdótico relacionado, puede citarse el que agrega la viuda del maestro Silva:
«Mi esposo había sufrido reveses muy grandes. Por eso cuando el representante de una importante casa editora de Buenos Aires lo vino a ver a Rosario para comprarle los derechos sobre su composición … para toda la vida, comprometiéndose a difundir la misma por todo el país y en el extranjero, éste le firmó un contrato accediendo y recibiendo en pago la cantidad de cincuenta pesos.»
La miseria también persiguió a su numerosa familia, pues su viuda debió esperar más de cuatro años, para que le otorgaran una pensión, muy modesta también. Pero mientras la miseria caía sobre el autor y su núcleo familiar, la marcha que compuso se hacía cada vez más famosa, y se escuchaba con mayor frecuencia en cuarteles y escuelas, no solo argentinas, sino también en otros países, en especial Uruguay, Alemania, Brasil, Polonia y Gran Bretaña.
Nuestra querida Marcha “San Lorenzo» rápidamente alcanzó adhesión internacional entre las bandas militares de los países europeos. Fue así que se interpretó el 22 de junio de 1911 durante la coronación de Jorge V del Reino Unido; su melodía actualmente se escucha en los cambios de guardia del Palacio de Buckingham, suspendida momentáneamente durante el conflicto bélico de las islas del Atlántico Sur. Una curiosidad histórica respecto a la obra musical es que en 1920 el ejército argentino le obsequió la Marcha “San Lorenzo” al ejército alemán, que a su vez fue retribuida por una marcha militar alemana “Alten Kamaraden”. Esta valoración por la composición musical de Cayetano Silva hizo que fuese ejecutada en el ingreso a París, Francia, durante la Segunda Guerra Mundial por parte de las tropas alemanas en 1940. Paradójicamente, fue la misma elección del General Dwigth Einsenhower para el ingreso triunfal del Ejército de los Aliados que liberaría a los franceses en el año 1944.
Para Silva, debieron pasar más de setenta años para ser debidamente homenajeado. En 1997, sus restos fueron trasladados al cementerio municipal de Venado Tuerto.
Hoy la casa de Silva es sede del Museo Regional, Archivo Histórico y sede de la Banda Municipal, con domicilio en Maipú 966, Venado Tuerto (Santa Fe), y es en la que vivió el compositor.
En 1945 la ciudad de Buenos Aires le dio su nombre a un Pasaje del barrio de Liniers.
La escuela en Rosario que lleva su nombre y su estatua en Venado Tuerto demuestran que, por más que la historia pueda ser injusta, finalmente el reconocimiento llega.
Hay ciudades que tienen calles en memoria a Cayetano Silva, como en Mendoza (San Rafael y Godoy Cruz) y Buenos Aires, donde el nombre del músico recorre tiene su homenaje en el barrio de Liniers, y también en la ciudad de Villa Ballester (ex Diagonal 78, Partido de San Martín). Otro tanto ocurre en la capital riojana, donde cabe esperar que ese cartel apostado en una esquina del Judicial Norte ya no pase tan desapercibido.
Ojalá este ejemplo se hiciera extensivo a otras localidades de nuestro país.



